15 de octubre – Memorial de Santa Teresa de Ávila | Fiesta de los Contemplativos
“Es urgente recuperar un espíritu contemplativo, que nos permita redescubrir cada día que somos depositarios de un bien que humaniza, que ayuda a llevar una nueva vida. No hay nada mejor que transmitir a los demás.”
(Papa Francisco, EG 264)
Cada año, el 15 de octubre, en memoria de Santa Teresa de Ávila, con el Movimiento Vivere In hablamos de la fiesta de los contemplativos, porque estamos convencidos de que los discípulos de Jesús están llamados a vivir la contemplación en la vida ordinaria, en medio de las realidades históricas de su tiempo.
Sentimos la necesidad de “recuperar un espíritu contemplativo” que sepa abrir nuestros corazones al amor de Dios, mirar la vida de Jesús, detenernos en las palabras del Evangelio, leerlas con amor para asimilarlas y luego vivirlas con y entre nuestros hermanos y hermanas.
El “bien que humaniza” es precisamente Jesús el Hijo de Dios que se hizo hombre como nosotros y que nos amó hasta el final. Él, el primogénito, nos ha hecho a todos hermanos, sin distinción alguna, porque todos somos imágenes vivas de Dios. Nuestra humanidad se enriquece con su humanidad hecha de amor, justicia y verdad.
Vivir la contemplación significa, pues, “dejarnos abrazar” en ese movimiento de unión con Jesús que nos hace uno con Él y que nos lleva a imitarlo en sus gestos, en sus relaciones, en su dedicación y ofrenda, permaneciendo plenamente donde vivimos.
Significa creer y vivir “la presencia de Jesús frente a los demás”, en su voz, en sus peticiones de buscar la felicidad, en sus necesidades, en su pobreza.
Significa aceptar la complejidad de vivir, de vivir juntos, soportar las contradicciones y los imprevistos de la vida cotidiana que a veces nos duele y nos dobla.
Significa aprender a abandonarnos con confianza a Jesús, en las tinieblas de nuestra frágil existencia, siempre, sin embargo, habitada por el poder del Espíritu.
Ampliar nuestra interioridad y buscar lo bueno, lo bello, lo bueno siempre, todos los días, incluso cuando es agotador, esto significa ser “místico” en las calles del mundo.
En el contexto de estos días, desgarrados por las divisiones, las guerras, la pobreza y los peligros inminentes, el llamado a ser contemplativos es fundamental y transformador: tener esta mirada de investigación contemplativa nos abre a la esperanza, nos empuja a la paz, nos cambia desde dentro. El poder del bien, la audacia del amor puede derretir los corazones más fríos y animarlos a recorrer un camino de solidaridad y entrega.